desperte aturdido
tu cuerpo, al lado del mío,
había atraído miles de palabras,
las había traído a tu cama mientras dormías
y pululaban inquietas, como abejas, alrededor de nosotros.
Salí con frío, con una birome y una hoja
me senté en el pasillo para no despertarte
y ¡ay! ellas también fueron mías.
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