él dice que por su cuerpo pone en juego sus propios signos,
su propio idioma,
ella dice que en esos versos no está desnudo
y que, entonces, no valen nada.
el discurso no es nada más que un juego, de escritura en el primer caso, de lectura en el segundo, de intercambio en el tercero; y ese intercambio, esa lectura, esa escritura no ponen nunca nada más en juego que los signos
sábado, 18 de julio de 2009
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